Reconociendo el papel de las mujeres campesinas en la economía del cuidado de LAC 

La economía del cuidado 

La noción de cuidado se refiere a actividades que satisfacen las necesidades básicas de existencia y reproducción. Las actividades de cuidado incluyen el autocuidado, el cuidado directo de otras personas, la provisión de las condiciones previas en las que se lleva a cabo el cuidado (cuidado indirecto) y la gestión del cuidado. Los cuidados permiten a las personas cubrir sus necesidades, las de las personas dependientes (por su edad o sus condiciones/capacidades) y aquellas que podrían autoproporcionarse dichos cuidados (Rodríguez Enríquez, 2005; Esquivel, 2011; ELA, 2012; Pautassi y Zibecchi, 2013). ). La economía del cuidado abarca todas las actividades de cuidado, independientemente de si son remuneradas (formal o informalmente) o no. A pesar de no ser reconocida en gran medida, la economía del cuidado representa aproximadamente el 25% del PIB de la región de América Latina y el Caribe (Salazar-Xirinachs, et. al., 2023). 

División de responsabilidades de atención 

En la región, la división de las responsabilidades de cuidado entre los sexos es en gran medida desigual. Las mujeres son responsables de tres cuartas partes del PIB correspondiente a la economía del cuidado (PNUD, 2024). La socialización de las mujeres como cuidadoras principales se ve reforzada por los roles de género tradicionales. A nivel mundial, las niñas de entre 10 y 14 años dedican un 50% más de tiempo ayudando en la casa que los niños de la misma edad (UNICEF, 2016). A medida que las niñas crecen, otras normas sociales dañinas, como la violencia de género, el matrimonio infantil, las prácticas de contratación discriminatorias y el acceso limitado al capital u otros activos, empujan a las mujeres a dedicarse a actividades de cuidado, a menudo como trabajadoras no remuneradas o participantes en la economía informal. , en tasas significativamente más altas que los hombres. 

Atención no remunerada  

A pesar de las enormes diferencias regionales, en general se reconoce que las mujeres realizan más trabajos de cuidados no remunerados que los hombres. Además, las mujeres rurales realizan más trabajos de cuidados no remunerados que las de las zonas urbanas. En zonas con una alta prevalencia de agricultura de subsistencia, el “trabajo doméstico” realizado por las mujeres rurales consolida su papel como garantes de la seguridad alimentaria del hogar. Son las principales responsables de la producción, procesamiento y preparación de alimentos, mientras que los hombres suelen participar en el cultivo de cultivos comerciales. La alimentación, cría, cosecha, recolección y procesamiento de especies de peces, ovinos, bovinos, caprinos, porcinos, conejos y aves para el autoconsumo es una parte esencial del cuidado indirecto que realizan las mujeres rurales. Después de la cosecha y el procesamiento de los alimentos, también se espera que las mujeres preparen las comidas para el hogar. Encuestas realizadas en una amplia gama de países afirmaron que entre el 85% y el 90% del tiempo dedicado a la preparación de alimentos en el hogar lo realizan mujeres que también son responsables de otras formas de cuidados no remunerados, como recoger agua y leña (Gailán, C., 2023). . Aparte de la producción agrícola, no vale la pena que muchas otras necesidades de cuidados sean cubiertas por mujeres de la familia como trabajo no remunerado. Estas actividades van desde limpiar, amamantar, organizar el transporte, cuidar a familiares enfermos, ayudar a los niños con las tareas y más. 

Atención remunerada e informalidad  

Equilibrar las actividades de cuidado con otras obligaciones impone límites al empleo formal de las mujeres. Especialmente en las zonas rurales, las mujeres tienen menos acceso a los servicios financieros, las actividades productivas, las tecnologías y la educación en comparación con los hombres (FAO). Como resultado, las mujeres rurales que buscan trabajo fuera del hogar a menudo participan en la economía informal debido a una menor barrera de entrada. Aproximadamente el 58% de las mujeres están empleadas en el sector informal en comparación con el 48% de los hombres (Chen 2010; IDRC 2010). Las mujeres tienen más probabilidades que los hombres no sólo de tener un empleo informal, sino también de estar en las categorías más precarias y peor remuneradas del empleo informal. A menudo, estos trabajos ofrecen malas condiciones laborales que se ha demostrado que afectan su salud general. Las ocupaciones típicas de las mujeres en la economía informal incluyen la venta de cultivos excedentes como vendedoras ambulantes, trabajadoras agrícolas y trabajadoras de cuidados no alimentarios (limpiadoras, cocineras, etc.). América Latina es única en el sentido de que sus trabajadores domésticos representan una proporción significativamente mayor del sector del cuidado, entre el 30 y el 50% del sector del cuidado. Se considera que los empleados tienen empleos informales si su relación laboral no está, en la ley o en la práctica, sujeta a la legislación laboral nacional, al impuesto sobre la renta, a la protección social o al derecho a determinadas prestaciones laborales (aviso previo de despido, indemnización por despido, pago anual o enfermedad). licencia, etc.) (OCED, 2019). Sin protección legal, continúa persistiendo la violación de los derechos de las mujeres a un trabajo y protección adecuados. 

Vulnerabilidades de las mujeres que brindan cuidados 

Las mujeres están sobrerrepresentadas tanto en las economías informales como en las no remuneradas de América Latina y el Caribe. Asumir más trabajo de cuidados que los hombres da lugar a jornadas significativamente más largas para las mujeres, añadiendo entre 6 y 30 horas de trabajo a cada semana (Ilahi, 2000). Esto limita su capacidad para participar en  

toma de decisiones a nivel social, político e incluso doméstico. Además, sus limitadas oportunidades de empleo los exponen a un mayor riesgo de precariedad laboral, inseguridad económica y dependencia financiera. Aunque un número creciente de mujeres en la región realizan trabajos remunerados, ya sea formal o informalmente, todavía no es equivalente a los ingresos de un hombre. Según el Banco Internacional de Desarrollo, la brecha salarial de género en América Latina se sitúa en el 29% (BID, 2023). En todos los países de América Latina, menos del 50% de las mujeres poseen una cuenta bancaria y más de una cuarta parte de las mujeres no tienen acceso a los ahorros del hogar (Banco Mundial, 2021). 

Dentro del sector agrícola, la falta de independencia financiera de las mujeres a menudo se ve exacerbada por la discriminación que limita su acceso a la tierra, a los préstamos y créditos, y a otros insumos agrícolas. A nivel mundial, las mujeres producían entre el 60% y el 80% de los alimentos y poseían menos del 10% de la tierra antes de las reformas legislativas que comenzaron en 1980 (Banco Mundial, 2020).  

Conclusión 

Hay varios factores que contribuyen a las desigualdades que enfrentan las mujeres, incluida la pobreza de tiempo, la informalidad laboral y la discriminación que les impide aumentar la productividad agrícola. Estas cuestiones tienen profundas implicaciones para la vida de una mujer individual y para la sociedad en general. Los economistas predicen que si se cerrara la brecha salarial de género, la productividad agrícola aumentaría e impulsaría el PIB mundial en un 20% (Banco Mundial, 2024). Como solo uno de los muchos cambios sociales necesarios, equilibrar las responsabilidades de cuidado resulta ser una vía prometedora para mejorar la independencia económica y la productividad global de las mujeres. 


Citas 

OECD/International Labour Organization (2019), “Definitions of informal economy, informal sector and informal employment”, in Tackling Vulnerability in the Informal Economy, OECD Publishing, Paris. 

Recognition of the property rights of women in Central America: Mission accomplished?. World Bank Blogs. (2024). https://blogs.worldbank.org/en/latinamerica/recognition-property-rights-women-central-america-mission-accomplished  

The missing piece: Valuing women’s unrecognized contribution to the economy. UNDP. (2024, March 8). https://www.undp.org/latin-america/blog/missing-piece-valuing-womens-unrecognized-contribution-economy  

Urquidi, M., & Chalup, M. (2023, March 20). The gender earnings gap in Latin America and the Caribbean: An analysis of its components. Inter-American Development Bank. https://publications.iadb.org/en/gender-earnings-gap-latin-america-and-caribbean-analysis-its-components  

Cooperación Internacional promueve los sistemas de cuidados para mujeres rurales en el IV Foro de Ministras, Viceministras, y Altas Funcionarias de las Américas

La IV edición del Foro de Ministras, Viceministras y Altas Funcionarias de las Américas, celebrado en el mes de agosto del 2023, se centró en la economía de los cuidados y el trabajo no remunerado de las mujeres rurales. Este encuentro incluyó un panel titulado “Acciones desde la Cooperación Internacional para el fomento de sistemas integrales de cuidados dirigidos a las mujeres rurales”, moderado por Maria da Conceição Dantas Moura, Subsecretaria de Mujeres Rurales, Ministerio de Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar, Brasil.

El panel contó con la participación de representantes de organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ONU Mujeres y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). Estas instituciones se reunieron bajo el liderazgo del IICA con el objetivo de coordinar acciones dirigidas a mejorar y desarrollar iniciativas para promover sistemas integrales de cuidados para las mujeres rurales.

Durante el panel, se destacó que las redes de cuidados, que históricamente han recaído sobre las mujeres y son fundamentales para los sistemas de producción, social y familiar, han sido invisibilizadas, especialmente en las zonas rurales. Se abordó la necesidad de remunerar estos cuidados desde el mercado y de implementar políticas intersectoriales que integren esfuerzos a nivel internacional, nacional y local, garantizando su eficacia en las áreas rurales.

Entre las propuestas discutidas, se planteó la creación de indicadores para avanzar en una agenda de investigación que considere las experiencias y vulnerabilidades rurales, permitiendo así acciones conjuntas con cooperativas y asociaciones de desarrollo. Además, se enfatizó la importancia de orientar las políticas hacia una sociedad del cuidado transformativa e igualitaria, con un enfoque de interseccionalidad, y de empoderar a las mujeres rurales para que sean protagonistas en el cambio de las relaciones sociales y en la promoción de su autonomía.

Las recomendaciones incluyeron el desarrollo de políticas de sensibilización que promuevan la corresponsabilidad social y de género, la transversalización del cuidado en las políticas públicas de desarrollo rural, y el fortalecimiento del enfoque interseccional de género y la participación de jóvenes para alcanzar sociedades más igualitarias. También se sugirió la creación de una hoja de ruta para un sistema de cuidados con igualdad y la observación de intervenciones efectivas, como el acceso a la tenencia de la tierra y la protección social, incluyendo servicios de guardería en zonas rurales.

El panel concluyó destacando la importancia de abordar las políticas públicas desde una perspectiva local y con un enfoque interseccional, diseñadas específicamente para las mujeres rurales por ellas mismas. Asimismo, se subrayó la necesidad de crear instrumentos jurídicos que aborden y respondan a sus necesidades desde sus realidades territoriales.

Maria da Conceição Dantas Moura, Subsecretaria de Mujeres Rurales, Ministerio de Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar, Brasil
Alejandra Mora, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres, CIM/OEA

Especialista del Programa de Equidad de Género y Juventudes participa en Encuentro Internacional de Estadísticas de Género

  • El evento reunió a lideresas regionales para intercambiar experiencias y fortalecer alianzas que propicien la creación de políticas públicas más inclusivas.
  • Se discutió la utilización de big data y encuestas de uso del tiempo para mejorar la calidad de las políticas de género.

Marcela Ávila, especialista técnica del Programa de Equidad de Género y Juventudes del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), se unió a destacadas lideresas de la región en el XXV Encuentro Internacional de Estadísticas de Género (EIEG), organizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y ONU Mujeres.

El evento, que se celebró en Aguascalientes del 2 al 4 de septiembre de 2024, tuvo como lema “25 años de alianzas para fortalecer las políticas de igualdad basadas en evidencia”. El EIEG se ha consolidado como un espacio esencial para el análisis y la discusión de estadísticas con perspectiva de género. Durante el encuentro, se reflexionó sobre temas claves como la sociedad del cuidado, la violencia de género, el uso del tiempo y la autonomía económica de las mujeres.

Ávila destacó la importancia de fortalecer la generación de estadísticas con perspectiva de género como una herramienta indispensable para impulsar políticas públicas que promuevan la igualdad en los sistemas Agroalimentarios. “Es esencial que los datos reflejen la realidad de las mujeres rurales en las Américas, quienes a menudo enfrentan obstáculos invisibilizados en las políticas tradicionales”, expresó. “La producción de estas estadísticas no solo permite identificar brechas, sino también a formular estrategias más inclusivas y efectivas que promuevan un verdadero cambio social.”

Durante las sesiones, se discutió cómo el uso del big data, las encuestas de uso del tiempo y la innovación en la recolección de datos pueden servir para mejorar la calidad de la información disponible y para diseñar políticas públicas que respondan a las necesidades de las mujeres en todos los sectores.

Al ser consultada sobre las buenas prácticas aprendidas, Marcela Ávila mencionó los esfuerzos de Colombia con respecto al catastro nacional de tierras y la correlación que está haciendo de esos datos con los de horas dedicadas al trabajo no remunerado y de cuidados. “Con esto se pudo comprobar que, a mayor tiempo dedicado a los cuidados, menor tenencia de la tierra para las mujeres. Esto demuestra algo que desde el Programa hemos venido diciendo: hay que hablar de economía de los cuidados en los entornos rurales”, concluyó.

La participación de Marcela Ávila en este foro internacional refuerza el compromiso del IICA con la igualdad de género y la inclusión de las juventudes en el desarrollo sostenible. Ávila agregó que el intercambio de experiencias y buenas prácticas entre los países participantes es fundamental para avanzar hacia una región menos desigual. “Al fortalecer las alianzas entre los organismos internacionales, los gobiernos y la sociedad civil, podemos garantizar que las estadísticas de género se conviertan en una herramienta transformadora que impulse cambios estructurales profundos”, señaló.

El Programa de Equidad de Género y Juventudes ha trabajado para incluir la perspectiva de género en la cooperación técnica sobre los sistemas agroalimentarios, abogando por la creación de políticas basadas en datos que reflejen la realidad de las mujeres rurales. En el marco del EIEG, Ávila enfatizó la relevancia de estos esfuerzos, especialmente en temas como la autonomía económica y el acceso a sistemas de cuidado para mujeres que viven en áreas rurales y que, históricamente, han tenido menos acceso a los servicios de los Estados

El EIEG, que culminó el 4 de septiembre, y reunió a más de 170 personas de manera presencial y a más de 300 virtualmente, provenientes de 18 países.